Viajo en el tiempo y me Acompaño en el Exilio.
Hoy 30 de diciembre del 2012, en mi cuarto, en un barrio conocido popularmente cómo "totolate arriba" del Departamento de Matagalpa, Nicaragua. Me encuentro escribiendo en una mini laptop HP que la saqué al crédito por medio de un plan casero de internet más un equipo, en un conocido "Plan Casa Claro". Podía pagarlo. En este momento de mi vida vivo muy bien, tengo un trabajo en el que con mucho gusto promuevo y defiendo Derechos Humanos específicamente para la comunidad diversamente sexual (gay's, lesbianas, transgéneras femeninas y transgéneros masculinos, bisexuales y las identidades sexuales que sean, o los Derechos Sexuales que se le ocurría a la gente etiquetarse). Yo siempre en búsqueda de sonrisas que se generaban por la seguridad y la alegría de vivir de quienes éramos excluidos de muchas formas por no cumplir con la heteronormativa.
Soy un joven de 22 años, estudiante de Sociología con Énfasis en Gestión para el Desarrollo de la Universidad Centroamericana (UCA) de la capital. Asistía a clases una vez a la semana, puedo pagarla, es una universidad privada, algo costosa e imposible de continuar para el estilo y nivel de vida económica que me esperaba en el dado caso que me quedara sin trabajo.
Trabajo con Zoilamérica, la hija mayor de Rosario Murillo. Rosario, la mujer que en el 2016 se convertirá en vice presidenta de la República, esposa del Presidente Daniel Ortega. Quienes en el 2018 asesinarán a cientos de ciudadanos, encarcelará a miles, secuestrará el país y quienes me mandarán a torturar en 3 cárceles del país en mi huida frustrada hacia el exilio.
Viajo en el tiempo y me observo en el día martes 25 de mayo del año 2021, tengo 30 años y 8 meses cumplidos, me miro físicamente bien. Me veo muy guapo la verdad. Siempre había escuchado que los 30 eran una edad muy guapetona y mucha conciencia del entorno.
Si, me veo físicamente bien. Vivo en San José, Costa Rica en una casa hermosa, de mucha paz y tranquilidad. Pero, las secuelas de los traumas causados por una aprensión ilegal me están aturdiendo, a parte de lo que con sigo mismo trae el exilio. O me ha traído a mi el exilio.
Me encuentro con un leve dolor de cabeza, los ojos cansados de llorar aproximadamente una 3 horas por cuánto extraño a mi familia y el dolor que me provoca lo vivido con mis ex amigos y amigas que en el esfuerzo por sobrevivir al exilio, fueron conquistados, persuadidos y dominados por los intereses y conveniencias causándonos graves heridas.
En medio del llanto, tuve una sensación de huida, en el que deseaba sentir frío causado por una lluvia que me cayera encima. En el que nuevamente fuera corriendo sin rumbo y seguridad. "Valiendo verga" decimos en la jerga nicaragüense. Efecto que siempre me da en las crisis de ansiedad con las que vivo desde que comencé mi desplazamiento forzado desde abril del 2018, que me fui de mi casa.
El llanto producto de la crisis de ansiedad de hoy, es porque desde pequeño siempre quise irme de casa y declaraba con mucha fuerza no volver a ese hogar tan disfuncional y enfermo que era mi familia y que hoy se hizo realidad de una manera forzada. Sin oportunidad de regresar por que puedo ser literalmente asesinado en mi país.
Pensarme que soy el segundo miembro, después de mi abuelo materno, con una historia de exilio solo me remonta al recordatorio y tortura psicológica que viví en mi niñez a consecuencia de los traumas y trastornos de mi abuela y un tío consecuencia de la guerra que hubo a finales de los 70's, 80's en Nicaragua, el país de las eternas guerras y conflictos.
Estoy llorando por un montón de cosas que se me vinieron a la mente. Estoy llorando por que siento que no merezco vivir, que lo perdí todo. Qué perdí a mi familia, a mis amigos, la oportunidad de amar y ser amado, mi primera carrera de la universidad al ser expulsado y que no merezco inclusive la beca completa de la universidad en la que me encuentro actualmente porque siento que no podré ejercerla por que vive en mi la necesidad de suicidarme y desperdiciaría en vez de que alguien la aproveche. Lloro por mi primo Ervin que murió y no pude estar en la primer vela familiar, lloro por mi tío Camilo que apoyó a mi madre en mi crianza y tampoco pude estar en su velorio y que se fuera sin la oportunidad de reencontrarnos y pedirnos perdón.
Calma, esa necesidad de suicidarme la he tenido desde pequeño pero me detiene la empatía que se me genera y pienso en el dolor de las personas que me aman y me quieren. Que al día de hoy están a mi lado, que me comprenden, acompañan. Personas contadas con una palma de la mano.
Me encuentro escribiendo sin orden, en un enredo de sentimientos y emociones que van y vienen. Y lloro, y me seco los mocos, me duele más la cabeza.
Seguiré callado, porque además no tengo más opción que aguantar, trabajar en estos dolores, estudiar, aspirar a tener mi propio espacio viviendo solo sin sentimiento de soledad y postergando mi suicidio.
Voy volviendo a mi cuarto, de mi casita del año 2012. Me asusto de lo que vi en el futuro. Me ahogo en tristeza y miedo de lo que me espera por continuar en una vida protestante. Me veo grande, pero muy golpeado.
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