jueves, 9 de mayo de 2013

El Baño Mi Confidente II


El Baño Mi Confidente II


14 años he cumplido, soy un adolescente que empieza aquel recorrido de muchas aventuras del porvenir. Ando emocionado, distanciado de la realidad y sus complicaciones, explorando, experimentando, conociendo, practicando muchas cosas de las cuales hoy en día nunca más ignoraré.
Ya ha pasado un año después de aquel encuentro esperado, la relación perfecta para mí, en donde solo yo la vivía como un sentimiento de amor.  Llevaba 1 año teniendo relaciones sexuales con un hombre de 33 años. Un hombre, al que nunca le escuche la vos. Un hombre con el cual nos comunicábamos con miradas y señas. Era raro. Pero yo la vivía como “la relación perfecta”.

 En una de las mañanas en las que amanecía en su cama. Mi abuela me vio entrar a la casa a eso de las 5 de la mañana, y me hizo la peor de las preguntas. Esa pregunta que jamás esperaba que me hicieran, me bajo la presión y me abrió los ojos:

Hijo, ¿vos estas teniendo relaciones sexuales con ese señor? —Preguntó ella.

(……) un minuto de silencio, un minuto con ansiedad, un minuto con ganas de gritar SI y sentirme orgulloso de que encontré el amor, un minuto de frustración, un minuto de llanto.
Ese minuto, me delató…

Ese minuto me hizo sentir devastado, porque sabía que mi abuela no iba a quedarse callada. Sabía que se venía una tormenta de problemas, discusiones, y que me separarían de él.

Lo primero que se me vino a la mente, es que me separarían por que la relación de hombre con otro hombre no es correcta y hoy en día me doy cuenta de que eso era lo de menos. A mí me separarían de esa persona, porque estaba pasando el típico caso de ¡abuso sexual!, el cual; yo no lo sentía así.  No lo sentía así…

Mi abuela presionó para que mi mama hablara con mi vecino. Dialogar para que parara esta situación, y si no lo hacía ella lo iba a denunciar por abuso sexual. Todo esto pasó sin darme cuenta, yo lo busqué y busqué… yo me quedaba casi toda la noche esperando en el porche de mi casa, estaba pendiente durante el día, y ver que llegara a su casa, y no estaba. Se había ido, no sé a dónde… A los 5 meses el regresó, y me di cuenta de que había llegado. Pero acompañado por una linda muchacha, la cual la hizo su esposa.

Momento de confusión—Era lo único que sentía.

Combinación de tristeza, alegría, miedo, decepción y un toque de madurez de mi parte. Me he caracterizado por ser inteligente y analítico de las realidades. Me costó canalizar esas energías, aproximadamente medio día para saber, de que era lo correcto. Y mi expresión pasó a ser de felicidad y orgullo.

Mi vida continúa—Me dije.

Esta era mi segunda señal fuerte de lo que iba a ser, una vida muy difícil. Por un tiempo me olvidé de las relaciones afecto-amorosas, me olvidé de aferrarme a alguien. Imagínense que yo tenía relaciones sexuales con este maje y no sabía que era masturbarme, no me conocía el pene, no sabía que podía sentir orgasmos. Definitivamente estaba siendo utilizado como un objeto sexual para dar placer y no recibir.

Inicié mi etapa de reflexión y experimentación…

Reinicié a relacionarme con los y las chavalos/as del barrio. Estaba recuperado, estaba reanimado. Tratando de disfrutar mi adolescencia. Pase dos años completos sin tener relaciones sexuales, porque mi mente estaba distraída con la nueva era de problemas financieros en mi familia, a mí me perjudicaba y me daba cuenta, cuando debía tener zapatos nuevos, uniforme escolar nuevo, cuando ya no compaginaba en el círculo social escolar por no tener dinero. Cuando llegaba a casa después de clases y no encontraba comida y ni a nadie de mi familia.

Fue una etapa muy dura, pero no imposible de superar…

Salí de casa a aventurarme, a experimentar otras vivencias que pudiesen solventar esas necesidades que eran más importantes y urgentes de atender. Mi primer trabajo fue elegido como si fuera la única alternativa para poder obtener dinero, con esto no quiero decir que este tipo de trabajo es malo ni nada fuera de normal. Trabajé en el bar del hermano de mi madrastra a mis 15 años. Sentí que si tenía los recursos y fuerza necesaria para hacerlo. Era un joven muy presentable, carismático, atento y muy buen servidor. Ganaba mensualmente 800 córdobas más 20 córdobas diarios en la noche para regresarme en taxi a mi casa. Los días se hacían rutina dentro de los gritos del jefe y el maltrato de los clientes que en medio del alcohol los justificaba como “así son los borrachos”. Cada noche de cansancio terminaba con dejar limpio el local, rellenada las refrigeradoras, ordenada la bodega con las cajillas vacías. Eso era diario, ese es el trabajo de varios jóvenes del día de hoy, que creyendo que tener 800 pesitos en la bolsa es lo más grande que pueden alcanzar. Hoy en día es el valor de uno de mis almuerzos. Dentro de esos 8 meses laborales en un bar, si no recuerdo mal se llamaba “Bar Escorpio” nunca me vine a mi casa en taxi, porque quería ahorrármelos para llevar esos 20 córdobas a clases y no irme en taxi. Cabe mencionar, que yo salía del trabajo después de la media noche, diario.

En una de esas salidas por la madrugada, yo rodeaba el parque Morazán para que mi jefe no me viera que me iba caminando. Para eso el me entregaba los 20 pesos y seguro me regañaría, él era consciente del peligro que la noche ofrece.

Esta noche era diferente, por eso sentía ansiedad de que mi jefe me viera cuando nunca dentro de estos 8 meses me había importado, algo pasaría.

Inicié a caminar muy lento y cansado, recuerdo que había agarrado un cigarro que estaba en una mesa, me lo iba fumando tan deliciosamente que ni cuenta me di cuando un joven en estado de ebriedad se me acercó, ni tan mareado y ni tan sobrio. Estaba picadón. No era feo y parece que me conocía y decidimos caminar juntos rumbo a nuestras casas “acompañándonos”.

Tras avanzábamos por las calles frías rumbo a casa, daba la coincidencia que él vivía por la misma zona, como íbamos dos asegurábamos que no podría pasarnos nada si nos pasábamos por el campo “Elías Alonso” el cual nunca ha contado con energía eléctrica ni luminarias que hagan más seguro el andar por esos lugares que se utiliza como atajo para los barrios ubicados a las orillas de Matagalpa. Pues confiados continuamos caminando por el vacío, lugar el cual solo contaba con tres grandes árboles de mango y una tarima al fondo.

Llego el momento de pasar por los árboles— Pensé yo.

Volteé a ver disimuladamente a mi acompañante sospechando algo de él y su próximo movimiento. Si, algo iba a decirme y yo lo había captado antes. Presentía morbo.

Da la vuelta a tu izquierda y camina hacia la tarima—Me dijo.

¿Como para que o qué? —Contesté.

Y de repente de los únicos árboles que había en el campo, se bajaron 3 tipos más quienes sabían sobre esta situación. Mi mente quedó en blanco y solo me deje llevar por los cuatro tipos que celebraban con anticipación su logro de este “culito” “por fin”— Decían. Fuimos a la tarima, yo relajado a pesar de la situación y muy concentrado pensando en las posibles soluciones que podría tener esta situación. Pues me puse a negociar…

Mira lo que vas a hacer—Decía el que me encontré y me llevó a esa situación.

Vas a comenzar mamándosela a cada uno de nosotros, nos vamos a acostar aquí en la tarima y vas a iniciar conmigo, luego de eso cada uno de nosotros te la vamos a mater, después decidiremos qué vamos a hacer con vos. Pero, espero cooperes o te vas a ganar una estocada con esta preciosura (cuchilla de más de 20 cm).

Concéntrate—Me decía yo.

Chavalos, voy a hacer todo lo que ustedes me digan, solo no me hagan daño y no me golpeen— Les dije yo.

Me provoqué algo de morbo intentando comenzar con el que era el más simpático, de todas maneras, no estaba tan mal… Así se me haría más fácil poder pensar con claridad algún plan de emergencia y auto rescate. Inicié a besarme intensamente con el joven, mientras los demás comenzaban a tocarse entre ellos, posiblemente las porno en vivo era una rutina o sueño frustrado de grupo y lo estaban cumpliendo. Continué poco a poco a rozar mis dedos suavemente por el abdomen de este tipo, pidiéndole que se acostara en la grama, y de igual mente iba orientándole a todos que lo hicieran, me hacían caso.

Eran 4 hombres con todas las energías del mundo y recargados de furia sexual provocada por tanta cocaína que habían inhalado a parte del alcohol, que detecté que eran casi robot obedeciendo mis órdenes.

Vamos a hacer lo siguiente—Dije yo.

Voy a comenzar a mamárselas, pero necesito que cuando vaya a hacerlo con cada uno, se suban la camisa tapándose las caras—Expresé

¿Para qué puta querés que nos subamos las camisas? —Dijo uno de ellos.

¿Y para que puta les voy a estar viendo las caras? O ¿acaso te gusta verles la pija a estos majes? —Pregunté. Confrontando la poca hombría que les quedaba.

Aceptaron mis condiciones con tal de que me apurara a mamarla, pasó el primero y le subí la camisa, al segundo tapándole la cara y haciendo que este tocara al primero mientras avanzaba con los demás. La idea de la camisa tapando sus rostros fue con la intención de confrontar su “dignidad de hombre”. Ya que les daba vergüenza tocarse entre ellos mismos. Y a la vez iba bajando sus pantalones hasta los tobillos y amarrando sus fajas suavemente mientras ellos estaban intensamente tocándose y haciéndose sexo oral sin darse cuenta de la trampa que les tenía…

Cuando estaba con el cuarto hombre haciéndole sexo oral, me estaba poniendo nervioso porque se acercaba lo que iba a ser la culminación de este episodio terrible de mi vida, ya tenía mi ano sangrando. Cuarto chico, casi termino por amarrarle la faja en los tobillos, los demás siguen besándose y masturbándose entre ellos y sudando y mi mandíbula muy cansada.

¡Corré, corré, corré! ¡Ya están amarrados de sus pies y tapadas sus caras! Es tu oportunidad de tirarte de esta maldita tarima—Pensaba yo.

Con todo el nervio que jamás había experimentado, decidí tirarme de lo más alto de la tarima y ¡corrí, corrí, corrí! Lloraba del miedo, pensando que los traía muy cerca de mí y me iban a hacer desastres. Ellos escucharon cuando salte de la tarima.

¡Se está corriendo! ¡Agárralo, corré, apurate y matalo a ese hijueputa! —Gritaban ellos.

Yo creyendo que iba lo más veloz que podía, rodeaba cada una de las cuadras del barrio con la intención de confundirlos, pero fue una mala idea. Ellos nunca cortaron camino y no perdí distancia con ellos. Tanto a sí, que a la hora de subir la gran colina en donde está ubicada mi casa, yo cansado y con la lengua de fuera, voltee a ver hacia atrás y tenía a los 4 chavalos a solo media cuadra detrás de mí. El miedo se apoderó de mí, como mecanismo de escape y sentí mucha energía en mis piernas que comencé a correr cuesta arriba, y de un solo tirón. Observaba que en los ventanales de mi casa había un reflejo producido por el televisor encendido.

¡Alguien me salvará, estoy a salvo! —Pensaba yo.

Resulta que llegué a mi casa golpeando fuertemente la puerta de mi casa, gritando y llorando porque atrás de mí estaba los 4 hombres.

¡Abrime!, ¡abrime!, ¡abrime! —Gritando yo.

NO, no te voy a abrir la puerta si no tocas bien—Contestó mi hermano quien miraba televisión a esa hora.

Yo me desvanecí esperando lo peor para mí cuando me tocaran esos hombres de nuevo, y de repente los dos perros de mi casa (Cherri y Tarzan) atacaron a los hombres antes de entrar al perímetro de lo que es el patio de mi casa. Si, esos dos inmensos perros a quienes yo crié y dormían conmigo en mi cama, me devolvieron el favor de salvarnos la vida.

Pasé 1 mes encerrado, pensado que podía encontrármelos en cualquier lugar, cada día enfermaba más, sangraba y nunca me atendí. Hoy en día, solo son parte de un recuerdo más.

Y mi hermano paso a ser, el ser más despreciable para mí…

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