domingo, 3 de marzo de 2019

Me Dicen Llorona.

Me Dicen Llorona.

Desamor, ansiedad, soledad, exilio, se fueron los amigos.



La ansiedad está presente.

Los días de mi vivencia en el exilio han sido tan re-afirmadores y de auto reconocimiento profundo en búsqueda de que quien soy realmente. Para bien y para mal.

Siempre he estado solo, con amigos limitados. Más amistades por interés que por otra cosa, pagando las cuentas, animando las fiestas,  buscando ayuda para ellos y motivándolos a ser alguien o aguantando las humillaciones para ser o pertenecer.

De mí se ríen por “haberme sacado dinero” por qué logramos cascar una vez más al Bayardo baboso. Y esto, no solo con mis amistades, me pasa terriblemente en las relaciones “afectivas y amorosas” porque el Bayardo es cortés, amoroso, solidario y cariñoso.

Que cansado, que triste y que indignante verme hoy al espejo. Es como si yo mismo me esté gritando desde el otro lado del vidrio. Viéndome tan patético llorar por que el miedo me invade al sentirme que estoy solo.  Todo esto me pasa por haberme permitido conocer gente y hacer grupo más de lo que siempre fue mí regla de socialización.

Desde que recuerdo estuve apartado, por miedo al desprecio. De niño en el recreo me iba a comprar al quiosco de la escuela y comía solo, jugaba con mis juegos de mesa que me compraba mi mami, yo ahí que para los niños era incomprensible e inconcebible verme jugar Yack, con mis muñecas o dibujar paisajes y colores. Pero estaba mi mama pendiente. 

Desde ahí, he cultivado un escudo protector que hoy en día después de la aprensión ilegal por el régimen de Ortega y Murillo me han arrebatado dándome volteretas, golpes, humillaciones dejando a la intemperie a mi mente desnuda, en búsqueda urgente de abrazos, compañía y protección de la cuál necesito en el exilio y peor aún con mi madre lejos, mi única fuente de armonía, amor verdadero.

Me han dicho “el llorón”.

Cada vez que he tomado alcohol me pongo a llorar y mis compañeros no lo entienden. Por los recuerdos que andan vagando después de que mi subconsciente se abrió dejando expuestas imágenes de todos los abusos sexuales que he vivido, las humillaciones y la discriminación a lo largo de mi existencia. 

Llorando por cada uno de los desprendimientos de quienes eran mis amigos y uno en específico con quien nos comprometimos a cuidarnos mutuamente. En lo emocional, económico acuerpándonos para poder sobrevivir a esta migración forzada en un país nuevo, con los traumas de la represión  del pasado 2018. 

Hoy después de la última agresión por "no hacer un favor de planchar una camisa" vino a mí la necesidad de verme al espejo y reflexionar sobre lo que está pasando y plasmarlo en este escrito. 

Y apareció el Bayardo con su ser luminoso, con su ser poderoso, misterioso. Con cara de ternura de nuevo en el espejo, deleitándome de lo hermoso que soy, lo valiente, fuerte ser que la madre naturaleza  puso aquí, por medio de mi madre biológica.

Con un grito con fuerza pude despertar reconociendo todos los errores que he cometido intencionalmente por olvidar quien soy realmente. No es para menos, me han asaltado psicológicamente y físicamente de nuevo. Pero estoy reaccionando, estoy despertando al Bayardo humano y activista que dormía.

Voy a encerrar de nuevo al ser amistoso.

Primero voy a gradecer a quienes llegaron a mi corazón en esta etapa y despedirme a la vez. A quienes volaron en mi interior.

 Ahora, en frente del espejo en mi ejercicio reafirmador me muevo de lado a lado como cuando iba a la iglesia evangélica, con música medicinal, atendiéndome. Agradeciendo la amistad, por esta hermosa claridad, por la confianza y la luz que ven mis ojos hoy en día. Esa, que intrínsecamente me cuesta mantener permanente por los constantes pensamientos suicidas que invaden mi mente irracional. Con mis movimientos aprovecho las vibraciones que genera mi cuerpo para abrazarme eternamente.

Me quedo con lo bueno de todo el daño que me hicieron. Me quedo con los regaños, con los rechazos, las burlas, las agresiones psicológicas, con la envidia, con el abandono para recordarme que debo de amarme a mí mismo.

¡Ves que me ha servido y me han ayudado!

Ahora solo me queda continuar sin esperar que se sientan mal, (yo aún de considerado). Consciente de que a nadie le puedo exigir atención, que cada quien tiene su propia vida que atender y sus propios gastos que solventar.

Ahora a trabajarme, reorganizarme, desprender, soltar y continuar. 

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