miércoles, 2 de noviembre de 2022

En la sinfonía de la protesta, hay voces inocentes.

 En la sinfonía de la protesta, hay voces inocentes.

Una mirada a las protestas insurgentes prefabricadas por las mismas relaciones de poder.


Protesta y represión. Foto: Diario Concepción.
 

Por: Bayardo Siles

Estudiante de Ciencias Criminológicas

Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica (UNED).

 

No tan conocida, pero existente de todos los tiempos es el uso de la Violencia Sociopolítica como herramienta de conflicto, la más insidiosa y la menos visible.

En nuestros tiempos vemos que las confrontaciones entre la población y sus Estados se están incrementando. En donde los sectores sociales están demandando con más fervor al autoritarismo Estatal. Sin embargo, vemos paralelamente grandes avances en materia de creación y aprobación de políticas públicas en el reconocimiento de estos sectores en la que se reafirma que, la cosa pública es de conocimiento y propiedad abierta inherente a los ciudadanos que por medio de la protesta logran un resultado puntual para ordenar una situación y no mantener un conflicto vivo.

Por otro lado, observamos que existen personas y colectivos que crean y/o se aferran a situaciones que responden a las ideologías coyunturales, las crisis económicas, situacionales y emocionales por las cuales han caído en el fracaso o el éxito en esta sociedad de consumismo programado. Siempre confrontando, contradiciendo y responsabilizando al sistema patriarcal, neoliberal y capitalista en el que asienta toda nuestra actual existencia y convivencia.

No olvidemos a los protagonistas estrellas de este artículo: Los grupos de poder. Esos, los aferrados, que recibieron el poder como si fuera herencia familiar gestada desde que los criollos tomaron las riendas desde que nos independizamos de  España, y otros ostentadores de este, los actuales populistas y políticos de la era actual. Qué en medio de discursos prefabricados encubriéndose en una causa social lo arrebatan para hacer las mismas o peores acciones que afectan a la mayoría de las personas y que en ese proceso de llegar a la cúspide los dos ejecutan estrategias en el uso y abuso de la fuerza utilizando a las personas más vulnerables como ‘carne de cañón’ y que al final crean crisis políticas consensuadas entre ellos. 

Parecerá una hipótesis extraña, pero resaltaremos en este escrito que muchas de estas causas sociales responden a los vientos neoliberales, dinamizados por la necesidad de encubrir ideológicamente la liberación de los procesos de mercado, diseminan con éxito diversas “pruebas” en cuanto a la incurable ‘ineficiencia del Estado’ y cuando no les conviene la conversación con el poder utilizan el poder popular para presionar a quienes no están respondiendo a los intereses negociados.

Según el resume del sociólogo costarricense Manuel Rojas (Campos, 2022): 

El concepto de clase política se entiende como “el conjunto de personas que se dedican profesionalmente a la política o que ocupa cargos en la cúspide del Estado costarricense, por efecto de elecciones periódicas…” 

Y es que, para estar en curules no se requiere de la carrera de Ciencias Políticas. Como lo que sucede con medicina, que sí y solo sí, se debe de ser médico general para ocupar el puesto. Pero bueno, tampoco tenemos tantas esperanzas en una sociedad que se especializa en actos de corrupción desde las aulas de la universidad que estudia las Ciencias política de la actualidad.

Los investigadores políticos, sociólogos y criminólogos norteamericanos ya desde la década de los setenta han analizado que la política no es solo cuestión de poder e intereses, sino que también abarca la provisión y defensa de símbolos: procesos de ”elaborating symbols” y “summarizing symbols” (los cuales tienen también un potencial emotivo y manipulativo) o la eliminación y concreción de los símbolos (los cuales solo tienen una relación vaga con la realidad preexistente, y con ello desarrollan una capacidad de crear una nueva realidad aparente y ficticia.   (Hassemer, 1995)

Cabe mencionar que en esta pequeña opinión no hemos mencionado, ni relacionado a la pobreza y la delincuencia como tal. Porque, estás actualmente están percibidas como actos puntuales y que solo se corrigen por medio del castigo, la aprensión. Pero, no queremos dejar pasar que estas al igual que las acciones sutiles de la violencia social es resultado de un historial con un diseño estructural a lo largo del tiempo consecuencia de planes y acciones que responden a los poderosos.

A modo de conclusión:

Es importante destacar que es poco mencionado, pero no menos importante nuestra intención de reducir el estigma de violencia y la delincuencia relacionada a la pobreza y los sectores históricamente marginados. Mucha de esta responsabilidad debe de ser atribuida a quienes toman decisiones en bases a intereses personales en el ejercicio de la política y que utiliza a la misma población para confrontarse entre sí, dejando como resultado un conflicto civil como última instancia y los responsables de los graves daños sin su respectivo pago por lo ocasionado.

Es un hecho que existe la manipulación de los sectores más vulnerables, en este artículo -condenamos- el silencio imperante que beneficia y beneficiará por siempre a los más poderosos a quienes la justicia no alcanza.

Bibliografía

Campos, A. (2022). Violencia Social. San José: EUNED-ILANUD.

Hassemer, W. (1995). Derecho Penal Simbólico y Protección de Bienes Jurídicos. Santiago de Chile: Editorial Jurídica Conosur.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 9 de octubre de 2022

Los desafíos de las víctimas de violencia sexual en Nicaragua.

 

Los desafíos de las víctimas de violencia sexual en Nicaragua.




Cuando se presentan circunstancias de abuso, los cuerpos son lastimados y la psique es alterada. Las personas víctimas de violencia sexual son usadas como arma de guerra por los opresores para intimidar a los grupos opositores que protestan pacíficamente contra proyectos económicos y planes políticos.

Como explica Amnistía Internacional, la violencia sexual se ha perpetrado como un acto final de humillación al contrario vencido, a veces como una estrategia de terror impuesta a poblaciones civiles para crear mayor caos en medio de un conflicto. Y añade que esta forma de violencia “puede afectar a hombres, mujeres, niñas, niños y/o adolescentes”.

La presencia de Ortega en el poder significó un progresivo desmantelamiento de la institucionalidad democrática y el Estado de Derecho. Esto ha provocado mayores índices de protestas sociales. Dentro de esas filas de la resistencia estamos activistas LGBTIQ+, quienes fuimos capturados y sometidos a violencia sexual contra nuestros cuerpos y mentes. Nos obligaron a desnudarnos, sufrimos tocamientos, entre otras agresiones sexuales. Todo esto ocurrió en el conocido Auxilio Judicial “El Chipote”, una cárcel designada para el reclutamiento de encarcelados políticos en Managua, la capital de Nicaragua.

La crisis sociopolítica que vive Nicaragua desde 2018 ya muestra casos de violencia sexual como crimen de lesa humanidad bajo el régimen autoritario. La única experiencia conocida hasta el momento recoge 18 testimonios de víctimas de violencia sexual que permanecieron detenidos arbitrariamente, por funcionarios oficiales del Estado. A esa realidad, se suma también mi testimonio en medios de comunicación, que cuenta con la respectiva denuncia en los organismos de justicia internacional (Univisión 23, 2018). 

Esta dolorosa realidad quedó plasmada en el Informe que trabajó la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano de Costa Rica, en el 2018. Justamente, ese año hubo una oleada de nicaragüenses a territorio costarricense que buscaban amparo a raíz de un nuevo episodio de represión. La Fundación, al recoger los testimonios, pudo evidenciar los casos de violencia sexual. Al realizarse el peritaje psicosocial, este concluye que, para las víctimas, la tortura y la tortura sexual no son hechos que se encuentran en el pasado, sino que se actualizan a través de reexperimentación traumática, produciendo un sufrimiento actual, que afecta todos los ámbitos de su vida.         

En estos esfuerzos por continuar posicionados contra las injusticias, observo que también hay desafíos cuando las víctimas de abusos sexuales regresan a las filas organizativas del activismo. En muchos casos, ellas y ellos cuentan que viven situaciones excluyentes y violentas, un hecho que genera divisiones internas, rivalidades y conflictos. Eso se debe a que las organizaciones no cuentan con suficiente apoyo psicológico o que existe poca empatía de las y los compañeros del grupo organizativo para atender a las víctimas.

Por esta y otras razones, todas las personas activistas y defensores de derechos humanos debemos analizar de manera responsable las acciones de acompañamiento y atención que ayuden a sanar a quienes han sido víctimas de violencia sexual. Estas personas enfrentan retos constantes, por ejemplo, la ausencia de justicia restaurativa, procesos judiciales lentos y burocráticos, así como la falta de recursos económicos. Las personas violentadas lo que menos esperan es quedar victimizadas también por el abandono de sus propias organizaciones en sus demandas ante la comunidad internacional por delitos de lesa humanidad.

Considerando estas realidades, la planificación de las acciones de resistencia no violentas de manera integral debe tener en cuenta los riesgos y contar con un eje transversal en lo psicosocial. Las personas víctimas de tortura sexual cargan con el gran reto de mantener la visión y misión de la protesta pacífica, incluso cuando sus heridas y recuerdos no hayan sido aún subsanados. Entonces, al no acompañarlas o atenderlas, se corre el riesgo de perder aliados frente a los propósitos de la resistencia pacífica. De hecho, los sentimientos de abandono y deslealtad debilitan los planes de incidencia de grupos que apuestan por la resistencia no violenta, lo que incluso puede dar pie al surgimiento de nuevos protagonistas de dictaduras futuras, carentes de una oposición fortalecida.

A modo de conclusión, quiero ofrecer las siguientes reflexiones:

1.    Atender integralmente a las víctimas de abuso sexual es hablar de Derechos Humanos.

2.    Dentro de los grupos de movilización y resistencia también existe una cultura de silencio y estigma acerca del abuso sexual. Esta actúa de dos maneras: por censura social, que cuestiona la credibilidad de los abusos por miedo y celo al liderazgo que rodea a una víctima de abuso y tortura sexual; y, por vergüenza y autocensura para evitar que la víctima termine excluida de la organización. Ambos mecanismos contribuyen a la impunidad.

3.    No programar acciones de contención, acompañamiento, auxilios psicológicos, ni gestionar recursos para la atención adecuada de los miembros de organizaciones que han sufrido abuso y/o violencia sexual, transmite un mensaje peligroso sobre la vigencia de la tortura como mecanismo para obtener confesiones.

4.    Al interior de las organizaciones, toda forma de exclusión de las personas víctimas de violencia sexual, sea ejecutada por hombres o mujeres, es una demostración patriarcal y de masculinidad hegemónica.

Finalmente, creo que es necesario indicar que una reparación integral cruza también por no usar nuestros cuerpos y vidas para que ciertas organizaciones solo busquen financiamiento y luego nos olvidan cuando los proyectos concluyen. Hago un llamado a la ética y la responsabilidad.

Demos el paso a la acción.  La acción no violenta.

 Bayardo Siles

Activista LGBTIQ+ de Nicaragua, sobreviviente de tortura sexual y excarcelado político de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Estudiante expulsado de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Actualmente, exiliado en Costa Rica. 

@bayardosiles #BayardoSiles #bayardosiles 


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